EGIPTO
















SINTESIS ESPACIO PRIVADO Y ESPACIO PÚBLICO:


Espacio privado, espacio público: Dialécticas urbanas y construcción 
de significados 


El espacio construido por el ser humano, con la ciudad como principal paradigma, es, 
ante todo, un espacio para ser ocupado, para servir y ser usado, para llenar y vaciar 
con la presencia real o simbólica, para interactuar con otras personas en un entorno y 
para interactuar con el entorno en tanto que personas. Es éste un espacio normalizado, 
definido a través de reglas y convenciones. 


En él, tanto las 
características fisico-arquitectónicas como las normas de uso posibilitan a la vez que 
constriñen la actividad actuando como dos facetas que transaccionan (se definen 
mútuamente) sobre una misma unidad. Las personas y grupos interpretan y 
reinterpretan constantemente esa unidad, significándola para cada ocasión, para cada 
momento concreto creando así configuraciones contextualizadas «persona-entorno», 
escenarios para el comportamiento, para la relación.


El entorno no es meramente el escenario donde se inscribe la interacción social, sino que es considerado como un elemento más de la interacción. 

Ni el ser humano determina unívocamente el entorno en el que se 
desarrolla ni el espacio hace lo propio en relación con el comportamiento de las 
personas. Es la propia relación persona-entorno la que da sentido a nuestra vida 
permanentemente contextualizada en el espacio y define ambas instancias.


El concepto de privacidad:


Se establece la necesidad de hacer lo privado más privado y lo público más 
público en un intento por separar ambos ámbitos de relación, cada uno con sus 
respectivas modalidades, normas y convenciones.

El panoptismo urbano:


Ciertamente el espacio construido juega un importante papel en la regulación de la 
privacidad, es decir, tanto de la interacción social como de la información que 
mostramos ante los demás y la que recibimos de ellos. 



El panoptismo como forma de control y poder puede resultar -para nuestros tiempos 
portadores de ideas como promover las instituciones abiertas o los derechos humanos- 
desfasado, decimonónico y hasta aberrante. Sin embargo, a poco que nos detengamos 
en observar nuestra cotidianedad urbana, veremos como, lejos de haber prescrito, se 
encuentra presente -y cada vez más- en nuestro entorno.

El espacio privado y el espacio público. El derecho a la ciudad:

En un extremo del continuo, el propio hogar encarna la esencia del espacio privado. A través de mecanismos espaciales que actúan a modo 
de sucesivos filtros uno puede regular de manera sumamente efectiva su grado de "apertura" a los visitantes.En 
el otro extremo del continuo, la calle como paradigma del espacio público por 
excelencia deviene un lugar completamente abierto a la interacción. Pocos 
mecanismos de orden espacial contribuyen a regular una interacción abierta, 
espontánea, imprevista. 


En buena medida, esta distinción también viene modulada por la posibilidad de establecer 
mecanismos físicos que acoten el espacio, que lo regulen explícitamente. Y he aquí 
otro de los instrumentos básicos para regular la privacidad: la demarcación de límites 
espaciales de actividad y control o, lo que es lo mismo, la conducta territorial.














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